viernes, 6 de octubre de 2017

Cada persona es un mundo.

Aunque habitemos la misma casa, la misma ciudad, el mismo país, el mismo continente, cada persona tiene sus propias costumbres y creencias que de alguna forma u otra lo hacen ser un ser único e irrepetible.

En el mundo existe una gran diversidad de seres humanos y estos, de acuerdo a las similitudes de sus costumbres y al lugar en el que habitan, viven en sociedades. Cada sociedad ha formado sus propias normas, tabúes y estilos de vida distintos a los de las otras sociedades. Esta diferencia cultural hace de la tierra un lugar más interesante del que podemos aprender cosas nuevas día a día.

No obstante, esta desigualdad de culturas no es aceptada por muchas personas. Los humanos siempre encontramos raro lo que desconocemos, por lo que es normal que un dominicano encuentre desagradable el hecho de que los chinos celebren un festival para comer carne de perro, debido a que ellos consideran al perro un animal doméstico y no una comida, y que los chinos encuentren inapropiado besar a una persona al saludarla, cuando para un dominicano y el resto de latinoamérica  este gesto es habitual.

También está el hecho del racismo que, aunque parece ir desvaneciéndose con los años, no es así. En Estados Unidos existen ciudades donde los blancos anglosajones o europeos y estadounidenses les repugna la presencia de otras razas en su territorio, por lo que arman protestas e incluso los tratan inhumanamente.


El planeta tierra es un lugar lleno de folklores, variedad de ideas y distintos tonos de piel, por lo que es necesario ser tolerante y aceptar tanto nuestras semejanzas como también nuestras distinciones. Debemos acordarnos de que cada persona es un mundo y tratar de ponernos en su lugar para entender sus puntos de vista. De esta forma no solamente habrá paz en nuestros corazones, sino que también aprenderemos a convivir de una manera más sana y efectiva.

-Paola Rosario Peña (1074713).

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