Con el
advenimiento de las nuevas tecnologías, la sensación de mutación y cambio
tecnológico se ha hecho más palpable y con ello la importancia de la ingeniería
en las decisiones de la sociedad. Las nuevas tecnologías están en la base de
una economía global o “economía informacional”, caracterizada porque la productividad
y la competitividad se basan de forma creciente en la generación de nuevos
conocimientos y en el acceso a la información adecuada, bajo nuevas formas
organizativas que atienden una demanda mundial cambiante y unos valores
culturales versátiles.
En contraposición
a la pluralidad de las sociedades del pasado, para algunos autores hoy se
asiste a un único sistema de sociedad propiciado por la tecnociencia. La
tecnociencia es un concepto que no hace grandes distinciones entre la ciencia y
la tecnología, pues su espacio de contextualización está definido por la
Investigación y el Desarrollo I+D de las empresas y agencias tecnocientíficas;
a diferencia de la ciencia y la tecnología, que eran promovidas ante todo por
comunidades de científicos e ingenieros. Las nuevas tecnologías de información
y comunicación conforman un sistema tecnocientífico, entre otros, el cual está
posibilitando el nuevo paradigma tecnoeconómico y con ello la emergencia y el
desarrollo de una nueva modalidad de sociedad, la sociedad del conocimiento.
Este nuevo
sistema tecnocientífico que implica un nuevo paradigma tecnoeconómico, se
caracteriza por una nueva forma de sobrenaturaleza que depende en gran medida
de una serie de innovaciones tecnológicas. Según el filósofo español Javier Echeverría
(1999), se trata de una sociedad de tercer entorno, posibilitada por una serie
de tecnologías, entre las cuales mencionaremos siete: el teléfono, la radio, la
televisión, el dinero electrónico, las redes telemáticas, los multimedia y el
hipertexto. La construcción y el funcionamiento de cada uno de esos artefactos
presuponen numerosos conocimientos científicos y tecnológicos (electricidad,
electrónica, informática, transistorización, digitalización, óptica,
compresión, criptología, etc.), motivo por el cual conviene subrayar que la
construcción de este tipo de sociedad, sólo ha comenzado a ser posible para los
seres humanos tras numerosos avances científicos y técnicos. Esta sociedad es
uno de los resultados de los sistemas tecnocientífcos y por ello ha emergido
con más fuerza en aquellos países que han logrado un mayor avance
tecnocientífico.
Estamos
ante una transformación de mayor entidad basada en un nuevo espacio de
interacción entre los seres humanos, en el que surgen nuevas formas sociales y
se modifican muchas de las formas anteriores. Se está modificando profundamente
la vida social, tanto en los ámbitos públicos como en los privados, el sistema
tecnocientífico incide sobre la producción, el trabajo, el comercio, el dinero,
la escritura, la identidad personal, la noción de territorio, memoria y también
sobre la política, la ciencia, la información y las comunicaciones y la
educación; los trabajos de Manuel Castells, entre otros, apuntan a aclarar este
tipo de implicaciones.
Es esta
sociedad, llámese E3, sociedad mundial, "aldea global", "tercera
ola", "ciberespacio", "sociedad de la información",
"frontera electrónica", "realidad virtual", etc. en donde
la ingeniería y los ingenieros han tenido un papel como en ninguna otra sociedad
del pasado. Han sido en gran parte los constructores del nuevo sistema
tecnológico, en una multiplicidad de espacios de acción que van desde los
niveles micro, nano, genético, molecular, atómico e incluso subatómico; pero
también social, cultural, económico, etc. Nadie ha vivido más profundamente en
este mundo de artefactos vivientes que los ingenieros y es precisamente este
mundo el que todos los demás estamos viviendo, pero este mundo no es igual para
todos. Y es aquí donde quisiéramos introducir un comentario final.
raydi reinoso 1076471